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Inversión, Productividad & Competitividad


Son términos que he utilizado en publicaciones anteriores y que me interesa recuperar a raíz de varios artículos que he leído recientemente sobre la reducción en la inversión productiva, la pérdida de competitividad de la economía española a nivel global, en línea con la baja productividad de esta economía sustentada en contratos temporales y bajo salarios, y la insistencia del gobierno español sobre la fortaleza de la economía y el liderazgo Europeo.

Aunque España a nivel macroeconómico parece haber superado la crisis desde hace más de un año, si nos fijamos exclusivamente en las cifras de crecimiento que están marcadas por el tirón del mercado exterior que ha aumentado las exportaciones a cifras récord y la bajada de los precios de la energía, el país sigue presentando indicadores muy preocupantes como el alto endeudamiento externo que pasó del 40% antes de la crisis al 100% actual, el paro que continua superando el 17% de la población activa y que es peor en las mujeres 29% y en los jóvenes 40%, y la caída drástica en las partidas destinadas a la inversión en infraestructura y/o I+D+I que alcanzan niveles superiores al 60% y que son las que marcarán el futuro del país.

Fomentar la productividad debe ser uno de los objetivos a corto y largo plazo del sistema productivo, siguiendo recetas diferentes a las empleadas hasta ahora que buscan contratos temporales con sueldos muy bajos y que discriminan a los jóvenes, mujeres y hombres mayores de 40 años; generando un clima laboral inestable donde es muy difícil lograr la identificación del trabajador con la organización y sus objetivos. LA empresa debe buscar que el trabajador disponga de planes de formación y conciliación familiar que le permitan ofrecer el máximo de su capacidad mientras logra sus metas profesionales y personales. En general el gerente español de diversos sectores y niveles no dispone de los herramientas básicas y conocimientos para motivar al recurso humano y fomentar su participación por lo que generalmente tratan de imponer su criterio y limitar las opciones de crecimiento de los equipos humanos a su cargo en todos los aspectos. España necesita pasar del jefe inseguro y que sólo da órdenes sin escuchar otras opiniones al coach que motiva el grupo de trabajo a través de la participación, desarrollo y gestión cercana de los grupos de trabajo que redundan en mayor productividad e identificación con la empresa que ya no depende de estructuras piramidales sino planas en las que la comunicación a todo nivel es fomentada y valorada.

España tiene un modelo de crecimiento económico fundamentado en actividades estacionales como el turismo y una dependencia preocupante de los vaivenes exteriores al ofrecer fundamentalmente productos y servicios con bajo valor añadido cuya competitividad está sustentada en precios bajos. El gobierno de España que tanto presume de la recuperación debería enfocarse en desarrollar un plan de consolidación económico a largo plazo que sin descuidar la gran capacidad del sector servicios, estuviera enfocado al desarrollo de tecnologías en sectores estratégicos a través de la inversión en I+D+I al tiempo que se establece un plan de educación orientado a reforzar estos sectores claves definidos para el desarrollo. Esta definición debería estar soportada por un gran consenso y dotación presupuestaria que no sólo genere la infraestructura necesaria, garantice el mantenimiento de los planes con dotaciones presupuestarias independientes de las fluctuaciones económicas, que fomente la participación privada y tenga como principal objetivo no sólo ganar competitividad mejorando la productividad laboral sino que empleé el amplio potencial de recursos humanos que a todo nivel existe en el país y atraiga a los mejores talentos del exterior.

Según el Ranking de Competitividad Mundial de la IMD España ocupa la posición 34 entre los 63 países más competitivos del mundo y el 18 dentro de los europeos. Lo que no es nada destacable para uno de los países líderes globales en cuanto a cifras macros. Aunque es un índice desarrollado con más de 250 indicadores a grandes rasgos España destaca por su infraestructura, el alto nivel formativo del recurso humano, los bajos costes y actitud de los trabajadores y empresarios en el mercado. En contraposición las barreras del mercado, la baja internacionalización, la ineficiencia en la administración pública y la necesidad de unas condiciones fiscales y regulatorias estables que fomenten la iniciativa empresarial privada son los elementos a mejorar si se quiere mejorar en el ranking y en la competitividad real como elemento para captar nuevos mercados y clientes de nuestro productos y servicios.

Como conclusión de este breve post me gustaría hacer énfasis en la oportunidad perdida que está dejando pasar España para mejorar sus competitividad y productividad a mediano y largo plazo con el desarrollo de un modelo que fomente las fortalezas del sistema productivo español, refuerce el valor del recurso humano y la diversidad del mercado objetivo como alternativa antes los vaivenes de la economía local e internacional que permitan reaccionar y sobre llevar futuras crisis. Al tiempo que mejoren males endémicos de la economía como el paro estructural, la discriminación por sexo y el énfasis en los costes bajos en lugar de la calidad competitiva y el valor añadido que es lo que se valora en cualquier sector y mercado al tiempo que consolida el crecimiento.

Nos leemos en el próximo


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